A propósito de las protestas que se suceden en EE.UU. por el fallecimiento de George Floyd, Trump publicó un tuit advirtiendo que “cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo”. Twitter decidió ocultar el tuit por “glorificar la violencia” y vulnerar con ello las normas de la red social. Además, marcó como dudosos varios tuits del mandatario estadounidense sobre el voto por correo, aplicándoles el protocolo de ‘fact check’.

La respuesta furibunda de Trump no se hizo esperar y anunció la reforma del actual régimen de responsabilidad de las redes sociales. En concreto, Trump pretende modificar la Communications Decency Act 1996, uno de los pilares sobre los que se asienta Internet, y cuya modificación podría poner en tela de juicio el propio funcionamiento de la red.

¿Por qué es tan importante esta norma? Porque confiere a las redes sociales el llamado safe harbour (puerto seguro) que limita su responsabilidad por los contenidos que suben a la red los usuarios, siempre y cuando se mantengan neutrales. Básicamente, según esta ley, las redes sociales no tienen la consideración de editor y no son responsables por el llamado contributory infringement, presupuestos fundamentales para el desarrollo de sus negocios. Esta norma no solo se aplica a las redes sociales sino también a otros intermediarios de servicios de la sociedad de la información como, por ejemplo, TripAdvisor, Yelp o Airbnb.

Si no existiera este régimen de responsabilidad, se podría estar imponiendo de facto a estas empresas la obligación de vigilar los contenidos que son subidos por los millones de internautas de nuestro planeta y colisionaría con las libertades de información y expresión. El peso que recaería sobre las redes sociales sería insoportable, sobre todo en países como EE.UU. donde las indemnizaciones de daños y los costes legales pueden llegar a ser desorbitados.

En la misma línea, en la Unión Europea el artículo 15 de la Directiva de Comercio Electrónico establece la prohibición de imponer a los intermediarios una obligación general de supervisar hechos o circunstancias que indiquen actividades ilícitas. De no ser así, se pondrían en riesgo derechos fundamentales que protegen el interés general y que son pilares de nuestro Estado democrático de Derecho.

Como repite Mark Zuckerberg de forma insistente, las redes sociales no pueden convertirse en árbitros de la verdad porque ello destruiría la propia esencia de internet y la transparencia, tan necesaria para la salud democrática.

Sin embargo, en opinión de Trump, debe eliminarse este “escudo de protección” del que disfrutan las redes sociales porque han actuado con un claro sesgo político y carecen de neutralidad. Ante esta situación, propone retirarles la inmunidad y que sea la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones) la que vele por la neutralidad y actúe en el supuesto de que ésta no se respete. ¿Cómo se vela por la neutralidad? Esta es una pregunta difícil de responder. En todo caso, esta propuesta deberá recorrer un largo camino legislativo con unas elecciones en ciernes.

En palabras de John Stuart Mill, “ninguna sociedad es libre, cualquiera que sea su forma de gobierno, si estas libertades no son en todo caso respetadas, y ninguna es completamente libre si estas libertades no están garantizadas de una manera absoluta y sin reserva”.

Aprovecho este foro para apoyar a todos aquellos que luchan contra la violencia racial de forma pacífica. Let him breathe!

 

Carolina Pina

Departamento Propiedad Intelectual e Industrial de Garrigues