El sector de la moda fue de los primeros en explorar con entusiasmo las oportunidades brindadas por el metaverso y los NFT (non-fungible token), pero las limitaciones tecnológicas, la falta de interés del público adulto y la desaceleración económica han provocado que la euforia inicial se haya disipado. Sin embargo, las marcas han evolucionado hacia un enfoque más pragmático, buscando mejorar la experiencia del cliente y vinculando los NFT a la trazabilidad de las prendas.
Cuando los gigantes tecnológicos apostaron por los mundos virtuales en 2021, las firmas de alta costura no dudaron en diseñar prendas digitales para avatares y abrir tiendas en estas plataformas. Pronto les seguiría el resto de las firmas del sector. Tal fue el interés en estas nuevas tecnologías que el término “metaverso” fue tendencia en la industria textil ese año y, un año después, la revista Vogue bautizó 2022 como “el año de los NFT de moda”.
El fervor por el metaverso y los NFT se materializó en iniciativas como el distrito de la moda en la plataforma Decentraland, el primer desfile de moda del metaverso (que atrajo a más de 100.000 asistentes) y el lanzamiento de miles de colecciones de NFT de prendas digitales, algunas de las cuales generaron ingresos millonarios. Los expertos vaticinaban que el futuro de la moda estaría en el metaverso, asegurando que su adopción masiva era una realidad inminente.
Las firmas de moda encontraron en el metaverso una forma de ampliar su posicionamiento y ofrecer experiencias innovadoras. Por su parte, los NFT desempeñaron un papel clave en la moda digital, al permitir certificar la autenticidad y propiedad de las prendas virtuales. Su escasez y exclusividad los convirtieron en activos atractivos para los coleccionistas, especialmente en la industria del lujo. Algunas de las primeras colecciones de NFT alcanzaron cifras astronómicas, implantando la creencia de que estos activos representarían un nuevo modelo de negocio para la industria.
Sin embargo, con el tiempo esta euforia inicial se ha disipado. Desde 2023, las referencias a la moda en el metaverso son casi inexistentes y eventos como la Semana de la Moda del Metaverso, celebrada en noviembre de 2024, han pasado prácticamente desapercibidos. La vuelta a la normalidad tras la pandemia, las limitaciones de la tecnología actual para crear entornos inmersivos, el escaso interés del público adulto, la desaceleración económica y el auge de la inteligencia artificial son algunas de las razones que han contribuido al declive del metaverso como apuesta prioritaria para las marcas de moda. Los NFT como activos coleccionables también han perdido gran parte de su atractivo. La explosión de la burbuja especulativa en 2022 y el escepticismo generado en los últimos años respecto a las criptomonedas han provocado que en la actualidad la mayoría de estos tokens haya perdido su valor.
Este desinterés se refleja en la drástica reducción de la inversión por parte de las grandes empresas, algunas de las cuales han cerrado los departamentos dedicados al desarrollo del metaverso y los NFT. Según el Barómetro Veepee-Modaes, en 2023 en España solo el 2% de las empresas de moda consideraban el metaverso como una tendencia a largo plazo, mientras que un año antes el 20% creía que era una tendencia clave a medio plazo.
Ahora bien, esto no significa que el sector de la moda haya abandonado por completo el metaverso o los NFT en la actualidad, sino que las estrategias han evolucionado hacia un enfoque más sutil y pragmático. En lugar de apostar por experiencias puramente virtuales, las marcas han optado por fusionar lo físico con lo digital, ofreciendo productos y servicios con un vínculo tangible con la realidad. A modo de ejemplo, Nike y Adidas permiten conocer virtualmente sus artículos en sus tiendas establecidas en el metaverso y, posteriormente, recibirlos de forma física por el cliente.
Asimismo, las firmas textiles han logrado reinventar con éxito los NFT, pasando de ser meros objetos coleccionables a herramientas funcionales dentro de la industria. Ahora, estos activos digitales vienen acompañados de beneficios exclusivos, como el acceso a eventos privados, productos limitados o ventajas personalizadas, funcionando así como una especie de programa de fidelización que genera sentimiento de pertenencia con la marca. Empleando esta estrategia, Dolce&Gabanna, por ejemplo, ofreció una visita privada a su taller de Milán a los compradores de una de sus colecciones más emblemáticas de NFT.
No obstante, sin duda, el principal uso que la industria de la moda da a los NFT en la actualidad es el de rastrear la procedencia y verificar la autenticidad de las prendas de ropa. Gracias a su transparencia e inmutabilidad, los NFT protegen a los diseñadores y consumidores contra las falsificaciones. En este sentido, Dior y Puma integran chips NFC en sus zapatillas vinculados a NFT, que certifican su autenticidad y brindan información sobre su fabricación. Esta tecnología es también especialmente relevante en los mercados de prendas vintage o de segunda mano. Asimismo, los NFT posibilitan un seguimiento de las cadenas de suministro para demostrar su adecuación a los compromisos y valores de las empresas, en especial los relacionados con la sostenibilidad medioambiental y el respeto de los derechos humanos. El conglomerado LVMH, Prada y Cartier (Richemont) son pioneros prestando este servicio, habiendo ideado la plataforma de blockchain denominada Aura con la que ofrecen pasaportes digitales para mejorar la trazabilidad y la transparencia de sus productos. Basado en esta idea, el Pasaporte de Producto Digital propuesto por la Unión Europea aspira a revolucionar la industria con un sistema digital que rastrea el ciclo de vida de los productos, desde la fabricación hasta el reciclaje, potenciando la sostenibilidad. Aunque aún no se ha definido la tecnología que lo sustentará, los NFT podrían ser clave en su desarrollo.
En conclusión, la tecnología blockchain y los NFT siguen teniendo su sitio en el mundo de la moda, y es posible que el interés del público por el metaverso regrese cuando la tecnología ofrezca experiencias más accesibles e inmersivas. Aunque el entusiasmo inicial ha dado paso a un enfoque más cauteloso y práctico, la moda sigue explorando nuevas formas de integrar estas tecnologías en su modelo de negocio para ofrecer a sus clientes experiencias útiles y gratificantes.
Claudia Posse